Gotas de vida
Escrito por Ronald Suárez Rivas
Dianoris, la mamá, sueña todos los días con poder amamantarlo, pero por ahora es imposible. La llegada de su bebé mucho antes de lo previsto, con apenas 29 semanas y 1250 gramos de peso, han obligado a mantenerlo en un cubículo de cuidados especiales, separado de su familia y con ventilación permanente.
Sin embargo, ello no ha impedido que Darel Jesús Acosta Castillo reciba leche materna, el alimento más completo que existe, y que en su caso, resulta indispensable para ganar peso y fortalecerse.
Gracias al banco que desde hace poco más de año y medio funciona en el Hospital Abel Santamaría --principal institución de salud en Pinar del Río, donde tienen lugar la inmensa mayoría de los partos de esta provincia--, la alimentación de los niños que por cualquier causa no pueden ser amamantados directamente por sus madres, ha dejado de ser un problema.
El pasado año, 92 pequeños fueron beneficiados por esta valiosa iniciativa. De ellos, 28 nacidos con muy bajo peso (menos de 1500 gramos), tres que debieron someterse a tratamiento quirúrgico, y siete que ingresaron en el hospital pediátrico.
Para la doctora Liliana Rivera, directora del banco, se trata de una experiencia muy positiva.
"La leche materna inmuniza al bebé contra las enfermedades, evita las infecciones respiratorias y digestivas, e incluso hay estudios que aseguran que previene la aparición de afecciones como la diabetes, y hasta que ayuda a desarrollar la inteligencia. Pero lamentablemente, hay quienes no pueden recibirla de sus madres".
Ubicado dentro del bloque materno del hospital, el banco cuenta con una sala de extracción, una de procesamiento, donde se pasteuriza la leche, una de almacenamiento y otra de microbiología, para el análisis de este importante alimento.
"Ello permite conocer las calorías que posee cada muestra antes de suministrársela al niño, algo muy significativo porque un recién nacido de 3000 gramos no tiene las mismas necesidades calóricas que uno de 1500", explica la doctora Noemí Cabrera, especialista del servicio de Neonatología, quien asegura que gracias a la ayuda del banco se le ha podido salvar la vida a más de un bebé prematuro.
"Los beneficios son innegables. Aunque no constituye el único factor, la alimentación resulta fundamental. Hace que los niños evolucionen mejor, el incremento de peso es más rápido.
"Hemos tenido pequeños de hasta 900 gramos, que han sobrevivido, lo que sin dudas constituye un indicador de excelencia en materia de salud", afirma Noemí.
Ante tales resultados, desde el mes de noviembre se trabaja por ampliar la recolección de leche. "Hasta ese momento el banco se había sostenido gracias a la cooperación de las mamás durante su permanencia en el hospital (191 lo hicieron durante el 2012), pero la demanda se ha vuelto cada vez mayor.
"De modo que decidimos pedirle apoyo a las madres en la comunidad, cuyos niños se alimentan con leche materna exclusiva, y la respuesta ha sido muy positiva", recuerda la doctora Liliana.
"Hemos podido incorporar un grupo importante de donantes a lo largo del municipio de Pinar del Río, y de otros territorios como Consolación del Sur, San Luis y San Juan y Martínez".
La cifra oscila entre las 120 y las 140 mujeres que luego de alimentar a sus pequeños, aportan el excedente al banco.
"La captación se realiza de conjunto con los médicos de la familia", describe la enfermera Doraima Cruz, encargada de coordinar esta actividad en uno de los policlínicos de la capital pinareña.
"A cada mamá se le enseña la técnica de 'ordeño', y se le entrega un frasco, que debe guardar en el congelador, donde va acumulando la leche para su recogida, una vez por semana. La cantidad varía según las posibilidades de cada cual. Así hay quienes aportan 90 mililitros (mL) semanales y quienes sobrepasan los 700 mL, como Emily Ravelo o Dayana Reyes.
"Desde que supe que entregar el excedente de leche podría ayudar a los bebés ingresados, estuve de acuerdo en colaborar", comenta Alida Carballo.
Tras cinco meses de haberse vinculado a esta experiencia, la joven mamá confiesa que aunque ha tenido la suerte de haber dado a luz una niña alegre y saludable, "uno no puede dejar de pensar que pudo haber sido su hijo quien lo hubiera necesitado. Por eso, creo que todas las personas que puedan apoyar esta iniciativa, deberían hacerlo".
Sin dudas, un gesto altruista, que contribuye a que bebés como Yulia Lóriga hayan podido sobrevivir. Complicada inicialmente con una bronconeumonía, y luego por la intolerancia a la leche maternizada, los primeros 70 días de esta pequeña han sido particularmente duros.
Sin embargo, el doctor Sergio Piloña, su médico, se muestra optimista. "En los últimos 20 días, desde que empezamos a alimentarla con la leche del banco, Yulia ha incrementado más de 800 gramos".
Para el servicio, el tratamiento ha implicado el reto de acopiar solo para ella, alrededor de un litro de leche diario. Pero el esfuerzo ha valido la pena. Con 3250 gramos de peso, la pequeña ha logrado rebasar el peligro. En un cubículo de la Sala M-E, donde ha permanecido desde que dio a luz a principios de diciembre, Yoandra García, la madre, hace recuento de las visisitudes que han debido enfrentar, con la tranquilidad de quien sabe que los peores momentos ya pasaron.
Junto a ella, frágil y diminuta, Yulia escucha por primera vez el relato de sus primeras semanas en el reino de este mundo, una historia marcada por la dedicación de los médicos y enfermeras, y el amor de mujeres anónimas, que ayudaron a alimentarla cuando su mamá no podía.
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