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Comandante Pinares, hombre de tenacidad y coraje

Comandante Pinares, hombre de tenacidad y coraje

 

Cuando por encima de la vida se ama al honor, el hombre jamás tiene su último combate ni postrera plaza de lucha; la defensa del decoro humano, es traje permanente de campaña, como evidencia la historia del Comandante Pinares.

Nacido el siete de diciembre de 1927 en el seno de humilde familia de campesinos pinareños con 12 hijos, Antonio Sánchez Díaz debe su nombre a la coincidencia de su llegada a la vida en un aniversario de la muerte en combate de Antonio Maceo, el Titán de Bronce.

Quizás ese hecho casual le heredó bravura al luego combatiente de disímiles trincheras y múltiples apelativos que, presto siempre a la próxima batalla, otorgó dimensión universal a su decisión de lucha.

Ese sentimiento se forjó en la dureza de la vida junto a los humildes en su natal finca La Cantera, de la barriada de San José, en Pinar del Río, donde conoció el trabajo agrícola desde los siete años de edad.

Inteligente, de temperamento indómito, llegó a disparar con gran destreza -habilidad útil en sus cruzadas contra la opresión- y a fuerza de voluntad simultaneó sus tareas de precoz agricultor y aprendiz de albañil con las exigencias escolares hasta alcanzar el séptimo grado.

Fue proeza para el tiempo que le tocó vivir, e intentó continuar el aprendizaje, pero antepuso la búsqueda de la libertad social a sus intenciones individuales.

A Antonio Sánchez Díaz sus familiares lo llamaron primero Tite; luego fue el Pinares del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, y Marcos en la guerrilla boliviana de Ernesto Ché Guevara, apelativos distintos para distinguir sus 40 intensos años de vida.

Después del golpe de estado del 10 de marzo de 1952, Tite se había declarado antibatistiano; por entonces participó activamente en las manifestaciones contra la dictadura y en algunas acciones de propaganda y sabotaje.

En cierta ocasión, al presenciar cómo los esbirros disolvían violentamente la manifestación, exclamó que esos abusos no podían continuar: "¡Yo soy un cobarde si no me voy para la Sierra!".

Vendió sus herramientas de albañil, único recurso para cubrir el trayecto a lo largo de la Isla. Llegó a la Sierra Maestra en abril de 1957. Como no fue enviado por el Movimiento 26 de Julio, tuvo que ganarse su estancia en las filas rebeldes a base de firmeza y coraje, luego probados.

Ya en la comandancia rebelde, bien pronto perdió su nombre y se le comenzó a llamar Pinares; se le confió la responsabilidad de la única ametralladora calibre 30 que tenían por entonces los revolucionarios dada su fuerte complexión física y proverbial puntería.

Valor y carácter jovial lo tipificaron, aún en las difíciles condiciones de la vida en guerrilla, de acuerdo con testimonios de combatientes de aquella contienda.

En la batalla de El Purialón, durante la ofensiva batistiana contra el Ejército Rebelde, cayó su jefe, el capitán Andrés Cuevas, y al observar que algunos lloraban e intentaban cargar al fallecido, les conminó así: "¡Aquí no se pelea con lágrimas sino con tiros!".

Sobresalió durante los 11 días que defendieron y mantuvieron su posición, y es ascendido de soldado a capitán; posteriormente fue designado jefe de la retaguardia de la columna invasora Antonio Maceo.

Allí, bajo las órdenes del comandante Camilo Cienfuegos, partió de la Sierra Maestra hacia occidente el 21 de agosto de 1958 y en Las Villas, Pinares destacó por su valentía en 10 combates.

Pinares, como todos le decían por entonces, ocupó diversos cargos en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en lugares como Isla de Pinos, Camagüey, Oriente y Pinar del Río.

Participó en la lucha contra bandidos y otras tareas, a las cuales sumó el estudio en varios centros de instrucción militar que le ayudaron a elevar sus conocimientos como oficial.

En 1965, al constituirse el primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Antonio Sánchez Díaz fue elegido entre sus miembros.

Sus familiares rememoraron que esa ocasión fue la más feliz en que lo vieron: "Estaba alborotado, no podía estarse quieto. Eso fue algo grande, pero muy grande para él".

Sólo cuando el comandante Ernesto Guevara lo llamó, en 1966, para formar parte de la guerrilla internacionalista que combatiría en algún sitio de nuestra América, dejó las responsabilidades asumidas y hasta de nombre tuvo que cambiar: Marcos comenzó a llamarse.

A Bolivia arribó el 20 de noviembre de 1966; ese día el Che anotó en su diario: "A mediodía llegaron Marcos y Rolando. Ahora somos seis..."

En el diario del Guerrillero Heroico aparecen varias referencias a las cualidades y a los errores del combatiente; a ello hace referencia el Comandante en Jefe Fidel Castro en la introducción al texto.

El líder de la revolución cubana enunció: "El Che sabía tocar las fibras más sensibles de los revolucionarios. Cuando Marcos, reiteradamente amonestado por el Che, fue advertido de que podía ser expulsado deshonrosamente de la guerrilla, respondió: '¡Antes fusilado!' Más tarde dio su vida heroicamente..."

La última anotación sobre Pinares en el diario del Che apareció el 15 de abril de 1967: "Se completó el armamento del grupo, asignando la ametralladora 30 a la retaguardia (Marcos), teniendo de ayudantes a los de la resaca".

Dos días después, en el lugar conocido por Bella Vista, a orillas del río Ikira, el grupo guerrillero se divide en dos, y Marcos queda bajo el mando de Joaquín (Vitalio Acuña). Contra esa retaguardia, integrada en su mayoría por enfermos, se desata durante semanas una persecución constante.

Hoy se sabe que el dos de junio de 1967, en el sitio conocido como Peñón Colorado, cayó asesinado Marcos, cuando se dirigía con el boliviano Víctor (Casildo Condoni Vargas) en busca de alimentos a casa de un campesino.

Antonio Sánchez Díaz había dicho, cuando era simplemente el albañil Tite: "Me gustan las cosas en grande porque se ven desde muy lejos", como ahora, a 45 años de su muerte, se alza gigantesco el ejemplo de aquella guerrilla, agradecida por una Latinoamérica inmersa en nuevas batallas por la justicia social.

AIN

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