Cincuenta y ocho julios en la historia
A 58 años de aquel domingo de julio, en la mañana de la Santa Ana, recordamos cómo los jóvenes de la Generación del Centenario asaltaron las dos mayores fortalezas militares del Oriente: los cuarteles Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, y el Guillermón Moncada, en Santiago de Cuba.
Guardamos los cubanos en la historia patria estas gestas como la respuesta digna y viril de la vanguardia de este pueblo a las desvergüenzas e injusticias del régimen de Fulgencio Batista.
Presidio, exilio, clandestinidad, desembarco, guerra de guerrillas, ofensiva, triunfo popular: síntesis bien apretada de algunos de los hitos históricos de los cinco años, cinco meses y cinco días que separaron el 26 de julio de 1953 del primero de enero de 1959.
Desde aquel entonces, en cada batalla cubana está presente la heroica acción moncadista, imprescindible en el ejemplo de los cubanos que cada mañana amanecemos para derrumbar barreras y conquistar espacios, esos que nos corresponden por nuestra perseverancia y espíritu revolucionario.
Llega el 26 de julio de cada año y lo hacemos midiendo nuestros compromisos en la producción, en los servicios, con nuevas obras sociales para el beneplácito de todos.
En plazas, teatros y disímiles escenarios, avalamos la calidad de vida del pueblo, mientras la jornada se convierte también en la exposición de los avances en la Educación y en la Salud Pública, como símbolos, seguros de que obrar mejor para Cuba y el mundo, es posible.
Es como si sumáramos mayor esfuerzo y energía a aquella que nos legaron los que murieron en las inolvidables acciones de Bayamo y Santiago de Cuba.
Ahí radican el éxito del Moncada y el Carlos Manuel de Céspedes, porque aunque ese día los combatientes fueron derrotados, siguieron luchando por la Revolución, convencidos, como expresara José Martí de que "Ningún mártir muere en vano, ninguna idea se pierde en el ondular y el revolverse de los vientos, la alejan o la acercan, pero siempre queda la memoria de haberla visto pasar".
(AIN)
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