Sin perder la ternura
Humberto Pérez Gutiérrez recibió su chequera de jubilado, y unido a ese documento en un acto, aparentemente, cotidiano sus compañeros de trabajo de la Unidad de Servicios de San Juan y Martínez, de Pinar del Río entregaron sus corazones.
Ellos trabajaron bajo su dirección decenas de años y descubrieron que un hombre puede ser exigente sin perder la ternura.
Los que observamos el rostro de Humberto comprendimos que a la memoria llegaban en ese instante los cerca de 50 años de su vida dedicados al trabajo.
Su amor al básquet, el cariño hacia Nancy Gómez, quien fundió su vida a la de él hace ya 42 años, como las ostras a las conchas para cultivar una perla.
Siempre añoró tener un hijo varón, mas, la vida le regaló dos hembras que desde que dieron su primer grito de protesta por la nalgada del ginecólogo las amó como solo saben hacer los padres buenos.
Hoy, aquel sueño de tener un hijo varón se multiplica en los nietos, ellos lo aman como al mejor de sus amigos. Él les enseña cómo reparar la bicicleta, cómo cuidar a las palomas, les indica el camino del bien.
Sí, se jubiló el dirigente, pero su ejemplo queda grabado en sus compañeros de trabajo, en sus hijas y nietos y en ese soñar que siempre lo atrae hasta el balcón de su casa para disfrutar la luz de los amaneceres.
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