Todos valemos

Escrito por Ramón Brizuela Roque   

La sociedad cubana realmente es diferente, a pesar de las incontables dificultades y defectos, existen razones para asegurarlo.

Siempre no fue así, quienes peinan canas recuerdan a las personas discapacitadas en Cuba, hace más de medio siglo, reservadas para trabajos como la venta de billetes de la lotería, lustradores de zapatos, revendedores de baratijas y una mayoría que se aventuraba en las calles con una lata como alcancía para rogar en las puertas de los templos, porque almas caritativas ofrecieran una salvadora limosna.

Los seres humanos no somos diferentes, en los tres reinos de la naturaleza, somos líderes del primero, aunque lastimosamente a veces nos comportamos como si fuéramos del último: inamovibles piedras incapaces de ceder un puesto en el ómnibus a un discapacitado.

En muchas sociedades ser un discapacitado pesa, es como una condena. La diferencia de Cuba está en su voluntad: sistema de Salud gratuito, autoridades comprometidas, sentimiento altruista de la población y una ética humanística.

La provincia de Pinar del Río -al cierre de diciembre de 2011- tenía una población estimada cercana a los 592 000 habitantes y entre ella 24 389 personas con algún tipo de discapacidad.

Aún así, los cubanos no somos desiguales, ni laticas alcancía ni favores, todos valemos y por eso se garantiza atención médica y social, para que cada persona sea útil en la medida de sus posibilidades.

En una reciente plática con la licenciada Aracelys Díaz López, funcionaria del departamento de Atención al adulto mayor, asistencia social, salud mental y discapacidad, se nos reveló un extraordinario mundo cuya finalidad es atender a todo el que tenga limitaciones físico motoras, visual, auditiva, intelectual o de otro tipo, con el propósito de su reinserción social y para darles mejor calidad de vida a ellos y a sus familiares.

Este esfuerzo incluye a un sinnúmero de organismos, además de Salud, como las direcciones de Educación, Deportes, Cultura, Industrias Locales y otras entidades que aseguran trabajo remunerado a los discapacitados que laboran. Existe otro apoyo importante y son los programas de colaboración internacional como Hándicap y el PDHL.

El proceso comienza en el área de salud y la atención se complementa con la orientación y tratamiento psicopedagógico, según las indicaciones de un especialista de nivel superior en Defectología.

El equipo de atención primaria de salud junto con el defectólogo realiza el pesquisaje de niños con malformaciones congénitas, enfermedades por errores del metabolismo y otras afines.

Nada es improvisado, hay una larga experiencia y un programa de prevención de discapacidades por factores ambientales y genéticos, que no se limita a los individuos, sino también a las familias con riesgo.

El defectólogo garantiza la información de las personas con discapacidad a las consultas provinciales de baja visión, audiología y sordo ceguera, pero además favorece los vínculos con las asociaciones de personas con discapacidad.

Una parte más visible de este programa lo dirige Educación, mediante el vínculo con los centros de Diagnóstico y Orientación para la evaluación de los niños a ingresar primeramente en los salones especiales de círculos infantiles y luego la continuidad de sus estudios.

El objetivo supremo del país es garantizar la atención psicopedagógica y el seguimiento a las personas con discapacidad como niños, jóvenes y adultos con diagnóstico de retraso mental severo y profundo.

Hay que reconocer a las direcciones municipales de Trabajo por ser garantes -en la medida de lo posible- de la ubicación laboral del discapacitado, fundamentalmente en talleres de artesanía y otras producciones y servicios, de acuerdo con las aptitudes y posibilidades individuales.

El comportamiento de las discapacidades en la provincia, según las estadísticas de Salud, se manifiesta de la siguiente forma: intelectual, mental, físico motor, visual y auditiva.
Lo importante es que todos valemos, nadie es discriminado y se trabaja con amor y deseo.