Ismaela la abuela
La abuela, Ismaela Acosta
Por Raúl Alonso Rivero
“Qué brille tu vida y que arda. Vive con toda la fuerza. Se una luz en la oscuridad del Mundo porque el sueño de una vida solo dura una noche”.
Akira Kurosawa
Hay personas que transitan por la vida llenas de luz y al partir, dejan tan pocas cosas materiales que uno duda si fue un ser, o sencillamente un ángel que se nos coló en el alma.
Eso nos pasa con Ismaela Acosta, la abuela, de ella sólo nos queda el banco en que laboró toda su vida en el taller de despalillo V-D-2, -de San Juan y Martínez-, municipio de la provincia de Pinar del Río; un certificado que muestra su eficiencia como obrera y una pintura de su rostro, rescatada por un artista de una pequeña foto que regaló a una amiga.
La abuela no dejó descendientes, fue como si de repente se convirtiera en polvo cósmico y comenzara a gravitar en nuestro entorno con el fin de que la recordáramos tal y como siempre anduvo por nuestras calles, alta, esbelta, cariñosa, con un pañuelo cubriéndole la cabeza y la inseparable sombrilla para cubrirse del sol o de la lluvia.
Cuando se dio a conocer el asesinato de Ernesto Guevara, el Che, en Bolivia, Ismaela afirmó que trabajaría voluntariamente los años de su jubilación en honor al guerrillero heroico, ello la llevó a acumular 32 mil horas de labor sin aceptar un centavo por su faena, sus ganancias las cedió para obras sociales.
Hoy el sindicato de trabajadores jubilados del sector tabacalero de San Juan y Martínez lleva el nombre de Ismaela Acosta, la abuela, y en el taller de despalillo V- D-2, sus compañeras de trabajo aun recitan los versos que ella le escribió a José Martí, nuestro Héroe Nacional.
Y cuidan de su banco como una pieza de museo.
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