Angelito también en Veracruz
Sí, cuando se descorran las cortinas de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe en esta ciudad mexicana, el pinareño Ángel García Delgado estará acompañando a cada uno de los deportistas que allí representarán a Cuba.
Angelito fue ejemplo de consagración, talento y cubanía, valores que hoy se alzan como estandarte entre los atletas y entrenadores, dispuestos a situar en el primer lugar del medallero a la delegación de la Isla.
Precisamente hace 60 años, García Delgado, obtuvo el más importante triunfo de su carrera atlética al imponerse en los Centroamericanos de México 1954 en los 400 metros planos, al Campeón Olímpico de Helsinki 52 y Campeón Mundial de la especialidad, el jamaicano George Rhodes.
Aquella competencia fue para García su última gran prueba. Con 34 años de edad sabía que el final de su vida como atleta estaba cerca. Ambos contendientes se habían encontrado en la pista en varias oportunidades y siempre Rhodes era el vencedor.
Sin embargo, en esa ocasión se escenificó un duelo emotivo en todo el trayecto de la carrera donde Angelito se trazó la ambiciosa meta de traer para Cuba la medalla de oro. Triunfo que consideró el más importante de su vida.
Correspondió a este viñalero la iniciativa de llevar un sombrero de yarey puesto y su arribo a México. Qué sorpresa se llevó cuando un periódico de ese país publicó su foto para simbolizar la llegada de los cubanos.
Tuvo la oportunidad de asistir a dos Olimpiadas (Londres 1948 y Helsinki 52) y aunque no alcanzó medalla, su nombre quedó impreso por el tesón y voluntad de vencer, demostrados en cada una de esas citas deportivas.
La falta de apoyo oficial para su preparación y la poca participación en eventos internacionales, fueron la causa fundamental del pobre desempeño del pinareño en estas y en las demás lides atléticas.
Se retiró oficialmente de las pistas en 1957. Con el triunfo de la Revolución comienza para él una nueva vida. El 19 de diciembre de 1965, Ángel García Delgado recibe de manos del Comandante en Jefe un diploma que lo acredita como uno de los 20 atletas más destacados de Cuba de todos los tiempos.
Cuando murió el 25 de enero de 1996 fungía como entrenador de atletismo en la facultad de cultura física Nancy Uranga Romagoza de la capital vueltabajera.
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