Siempre te recordaremos, Comandante
Hoy se cumplen 85 años del natalicio del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque.
En las Reflexiones que el compañero Fidel escribió el 13 de septiembre del 2009, decía: Tuve el privilegio de conocerlo: joven negro, obrero, combativo, que sucesivamente fue jefe de célula revolucionaria, combatiente del Moncada, compañero de prisión, capitán de pelotón desembarcando del Granma, oficial del Ejército Rebelde paralizado en su avance por un disparo en el pecho durante el violento Combate del Uvero, Comandante de Columna, marchando para crear el Tercer Frente Oriental, compañero que comparte la dirección de nuestras fuerzas en las últimas batallas victoriosas que derrocaron a la tiranía.
Uno de los rasgos más distintivos del Comandante Almeida fue la modestia, como cualidad singular en todos los ámbitos de su vida.
Lo prueba el silencio gallardo que mantuvo durante años para no asumir, por respeto al Che que lo describió en Pasajes de la Guerra Revolucionaria, y de Camilo Cienfuegos, compañero y amigo, la paternidad de aquella anécdota que acompañará definitivamente la historia de la resistencia de este país, cuando en la sorpresa de Alegría de Pío, el 5 de diciembre de 1956, poco después del desembarco del Granma, uno de los guardias de la tropa batistiana los llamó a la rendición, y en medio del tiroteo se escuchó la respuesta inmediata: "Aquí no se rinde nadie, carajo...", de Almeida.
O esa actitud impresionante que menciona Fidel del combate del Uvero, donde recibió tres heridas por el fuego de una ametralladora. Uno de los balazos lo alcanzó en la cabeza, otra bala le entró entre el pecho y el hombro izquierdo, pero fue desviada del corazón se lo hubiera atravesado, a no dudarlo por una cuchara que llevaba en el bolsillo de la camisa, y el tercer proyectil, que le penetró en la pierna izquierda, perdió fuerza al atravesar una lata de leche condensada que llevaba en el bolsillo del pantalón.
No obstante, no aceptó que lo sacaran del combate en ese momento. Algunos compañeros lo recostaron a un palo y desde allí continuó dirigiendo a su grupo en el ataque, que se prolongó por más de dos horas.
Recordaba el compañero Fidel en sus Reflexiones: Fui privilegiado testigo de su conducta ejemplar durante más de medio siglo de resistencia heroica y victoriosa, en la lucha contra bandidos, el contragolpe de Girón, la Crisis de Octubre, las misiones internacionalistas y la resistencia al bloqueo imperialista.
Las anécdotas en torno al Comandante Almeida son muchas. Solo basta mencionar una que lo retrata en cuerpo y alma. Un día fue a compartir en Santa Clara, siendo jefe del Ejército del Centro, con unos constructores que acudieron como macheteros voluntarios a una zafra del pueblo y resultaron los más destacados. Ya después de la jornada, conversando con ellos, les dijo: yo también soy de esta clase trabajadora, y precisamente del ramo de la construcción, porque fui un albañil tres veces discriminado, por obrero, por negro y por pobre.
La alta sensibilidad de Juancito, como cariñosamente le llamaba Raúl, se muestra en su obra musical y literaria. También a principios del triunfo revolucionario, Fidel, en un acto con los ganadores del concurso de canciones populares en 1961, mencionaba: El compañero querido de nuestra Revolución, el compañero comandante Juan Almeida¼ ha sido un cubano que vino al mundo con vocación de artista, no tuvo oportunidad de ir a ninguna escuela¼ Almeida no tuvo oportunidad de ir a ninguna academia, pero tenía inspiración musical.
Y esta faceta destacada de Almeida fue otra de las cuestiones que impresionó al Comandante en Jefe: Escuchaba con placer algunas de sus canciones, y en especial aquella de encendida emoción que ante el llamado de la Patria a "vencer o a morir" se despedía de humanos sueños. Ignoraba que había escrito más de 300 de ellas, las cuales sumó a su obra literaria, fuente de lectura amena y de hechos históricos.
Pasarán los años y no alcanzarán los elogios cada vez que se recuerde al Comandante de la Revolución, porque él defendió principios de justicia que serán defendidos en cualquier tiempo y en cualquier época, mientras los seres humanos respiren sobre la tierra.
Tomado de Granma
En las Reflexiones que el compañero Fidel escribió el 13 de septiembre del 2009, decía: Tuve el privilegio de conocerlo: joven negro, obrero, combativo, que sucesivamente fue jefe de célula revolucionaria, combatiente del Moncada, compañero de prisión, capitán de pelotón desembarcando del Granma, oficial del Ejército Rebelde paralizado en su avance por un disparo en el pecho durante el violento Combate del Uvero, Comandante de Columna, marchando para crear el Tercer Frente Oriental, compañero que comparte la dirección de nuestras fuerzas en las últimas batallas victoriosas que derrocaron a la tiranía.
Uno de los rasgos más distintivos del Comandante Almeida fue la modestia, como cualidad singular en todos los ámbitos de su vida.
Lo prueba el silencio gallardo que mantuvo durante años para no asumir, por respeto al Che que lo describió en Pasajes de la Guerra Revolucionaria, y de Camilo Cienfuegos, compañero y amigo, la paternidad de aquella anécdota que acompañará definitivamente la historia de la resistencia de este país, cuando en la sorpresa de Alegría de Pío, el 5 de diciembre de 1956, poco después del desembarco del Granma, uno de los guardias de la tropa batistiana los llamó a la rendición, y en medio del tiroteo se escuchó la respuesta inmediata: "Aquí no se rinde nadie, carajo...", de Almeida.
O esa actitud impresionante que menciona Fidel del combate del Uvero, donde recibió tres heridas por el fuego de una ametralladora. Uno de los balazos lo alcanzó en la cabeza, otra bala le entró entre el pecho y el hombro izquierdo, pero fue desviada del corazón se lo hubiera atravesado, a no dudarlo por una cuchara que llevaba en el bolsillo de la camisa, y el tercer proyectil, que le penetró en la pierna izquierda, perdió fuerza al atravesar una lata de leche condensada que llevaba en el bolsillo del pantalón.
No obstante, no aceptó que lo sacaran del combate en ese momento. Algunos compañeros lo recostaron a un palo y desde allí continuó dirigiendo a su grupo en el ataque, que se prolongó por más de dos horas.
Recordaba el compañero Fidel en sus Reflexiones: Fui privilegiado testigo de su conducta ejemplar durante más de medio siglo de resistencia heroica y victoriosa, en la lucha contra bandidos, el contragolpe de Girón, la Crisis de Octubre, las misiones internacionalistas y la resistencia al bloqueo imperialista.
Las anécdotas en torno al Comandante Almeida son muchas. Solo basta mencionar una que lo retrata en cuerpo y alma. Un día fue a compartir en Santa Clara, siendo jefe del Ejército del Centro, con unos constructores que acudieron como macheteros voluntarios a una zafra del pueblo y resultaron los más destacados. Ya después de la jornada, conversando con ellos, les dijo: yo también soy de esta clase trabajadora, y precisamente del ramo de la construcción, porque fui un albañil tres veces discriminado, por obrero, por negro y por pobre.
La alta sensibilidad de Juancito, como cariñosamente le llamaba Raúl, se muestra en su obra musical y literaria. También a principios del triunfo revolucionario, Fidel, en un acto con los ganadores del concurso de canciones populares en 1961, mencionaba: El compañero querido de nuestra Revolución, el compañero comandante Juan Almeida¼ ha sido un cubano que vino al mundo con vocación de artista, no tuvo oportunidad de ir a ninguna escuela¼ Almeida no tuvo oportunidad de ir a ninguna academia, pero tenía inspiración musical.
Y esta faceta destacada de Almeida fue otra de las cuestiones que impresionó al Comandante en Jefe: Escuchaba con placer algunas de sus canciones, y en especial aquella de encendida emoción que ante el llamado de la Patria a "vencer o a morir" se despedía de humanos sueños. Ignoraba que había escrito más de 300 de ellas, las cuales sumó a su obra literaria, fuente de lectura amena y de hechos históricos.
Pasarán los años y no alcanzarán los elogios cada vez que se recuerde al Comandante de la Revolución, porque él defendió principios de justicia que serán defendidos en cualquier tiempo y en cualquier época, mientras los seres humanos respiren sobre la tierra.
Tomado de Granma
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