Un toque de tambor

Aquel doloroso 9 de agosto de 2006 dejaron de sonar los tambores en los oídos de miles de sanjuaneros; el hijo de Maria Luisa Zayas y de  Aurelio Díaz había fallecido en España.

 

 Una noche, días después, sus cenizas fueron traídas por el hermano en una pequeña tumbadora.

 

Hoy, otros polvos se han acumulado sobre los objetos materiales, quizás alguna llave del tambor se haya aflojado y algún disco desde el que sus prodigiosos dedos tocaron nuestras almas esté rayado en una de sus curvas musicales.

 

Sin embargo, en su hogar, el mago del cuero está vivo, allí las cenizas depositadas en su instrumento favorito nos recuerda aquella trayectoria que lo llevó al olimpo musical.

 

Cuando se traspasa el umbral de la puerta, las sonoridades del piano que acompañaron a Maria Luisa y de donde bebió también musicalmente  “Anga”

 

El eterno  sopló de su saxofón que hizo  vivir momentos felices en aquel niño; ¡Quien no lo recuerda en medio de una orquesta con sus dos hijos jugueteando entre sus piernas!

 

Hoy en el hogar, “Anga” el Indio con su sonrisa contagiosa mantiene viva la musicalidad de la familia.

 

Esas son las grandes emociones de los mundos paralelos, de los que aún estamos aquí y de los que ya se fueron ante el derrumbe de sus relojes botánicos.

 

 Por esa suerte de los desconocido que nadie se asombre si al pasar frente a la casa de Maria Luisa y Angá, un leve toque de tambor nos recuerde que la vida continua.