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Las memorias de Ferragut.

Las memorias de Ferragut.

Escrito por Zenia Regalado García    Jueves, 22 de Diciembre de 2011

 

Lagunillas era un punto apartado en el mapa de San Juan y Martínez de donde los campesinos tenían que salir con los zapatos en el cuello para huirle al fango de sus trillos.

Sin embargo, el nombre se hizo popular, fue el primer sitio de Pinar del Río en convertirse en territorio libre de analfabetismo en 1961, y San Juan resultó el primer municipio vueltabajero en lograrlo.

Para hilvanar los hilos de la historia llegamos -por sugerencia de un colega- a la casa del maestro jubilado Pedro Gilberto Ferragut Regalado, quien como custodio de un tesoro guarda una libreta de apuntes sobre la educación en Pinar del Río, buena parte de cuyos datos los extrajo de un folleto titulado Memorias de la alfabetización, que el profesor Pepe Piloña -ya fallecido- entregó al museo del municipio y allí se conserva, junto a la bandera de la campaña, a pesar de estar cerrada la instalación por problemas constructivos.

Ferragut hurga en su libreta y nos relata que el seis de junio de 1961 se firmó la ley de nacionalización de las escuelas privadas y en ese propio mes se inició la alfabetización en Lagunillas, allí se localizaron 330 analfabetos y a 280 se les enseñó a leer y escribir por parte de brigadistas Conrado Benítez que pernoctaban en las casas de los campesinos y entre quienes se destacó Daniel Pérez.

San Juan se dividía en 12 zonas para dicha Campaña con 66 subcomisiones pertenecientes una a cada escuela. Las de mayor número de iletrados eran Lagunillas, Las Cuevas, Arroyo Hondo, Segundo de Martínez y Ángel Abascal.

Ferragut fue asesor de la campaña en Las Cuevas. Era maestro normalista en una escuelita y había egresado en 1954. Tenía la tarea de visitar otros centros de aquel barrio para ver cómo marchaba el trabajo y qué se necesitaba para su avance.

"Fue una etapa muy bonita -recuerda- a los campesinos que tenían problemas de la vista se les hacían sus espejuelos. Yo también alfabeticé en la propia escuela a varias personas y me relacioné con un grupo de 10 muchachas pertenecientes a la brigada Conrado Benítez. Eran de La Habana y convivían con los campesinos en sus casas y estaban dirigidas por la profesora Josefina Ayala.

"Realizaron muy buena labor y se adaptaban a vivir en el campo con los lugareños. Los fines de semana venían sus familiares de La Habana, así surgió un hermanamiento y unas relaciones muy bonitas.

"Por ser asesor intercambiaba con ellos, ya que la escuela era en ocasiones escenario de sus reuniones.

Eran todos mucho más jóvenes que yo que tenía 24 años, y asumieron la tarea con gran responsabilidad.


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