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El Crimen que no mató a la esgrima cubana .

El Crimen que no mató a la esgrima cubana .

Escrito por Lemay Padrón Oliveros (Prensa Latina).

miércoles, 06 de octubre de 2010

 Hoy se cumplen 34 años del crimen de Barbados, que entre otras víctimas segó las vidas de los integrantes del equipo cubano juvenil de esgrima, el cual acababa de conquistar la lid centroamericana de la disciplina.

  El siniestro ocurrido en pleno vuelo por una bomba colocada en el interior de la nave por un grupo de terroristas causó la muerte a 73 personas, 11 guyaneses, cinco norcoreanos y 57 cubanos, entre ellos varios esgrimistas.

Era el 6 de octubre de 1976 y el DC-8 con matrícula CUT 1201 prácticamente acababa de partir del aeropuerto internacional Seawell, de Barbados, con 24 personas ligadas directamente al deporte en su interior.

Ellos acababan de ganar para su país todas las medallas de oro entregadas en el IV Campeonato Centroamericano y del Caribe de esgrima, celebrado por esos días en Caracas, Venezuela.

Fueron 16 atletas, la mayoría aún en edad juvenil, pues sólo cuatro rebasaban los 21 años, cuatro entrenadores, dos técnicos y los dos responsables del grupo, y de los esgrimistas ninguno dejó descendencia.

Deportivamente sobresalían el tunero Leonardo McKenzie Grant y la camagüeyana Inés Luaces, ambos floretistas y con excepcionales condiciones para imponerse al más alto nivel.

Actualmente la principal sala polideportiva de Las Tunas lleva el nombre de él, y la Escuela de Alto Rendimiento de Camagüey el de ella.

En lo deportivo, la muerte de aquellos atletas truncó un promisorio porvenir para la disciplina en Cuba e interrumpió un ciclo que la mayor de las Antillas demoró años en restablecer.

De hecho, en los Juegos Olímpicos de Moscú-1980 ningún cubano escaló el podio en esa especialidad, sequía medallera que duró hasta 1982, cuando los caribeños ganaron plata por equipos en el Campeonato Mundial de Francia.

Enseguida se demostró la responsabilidad de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos, en el atentado, en las personas de Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, reclutadores de los ejecutantes: Freddy Lugo y Hernán Ricardo.

Desgraciadamente los principales autores del terrible atentado permanecen en libertad en territorio estadounidense a pesar del incesante reclamo desde varios rincones del planeta.

Sin embargo, su objetivo principal, que era socavar la dignidad del pueblo cubano y dividir al país, no lo consiguieron.

En materia deportiva el fracaso fue más contundente, pues los éxitos de la esgrima continuaron llegando y no se detendrán jamás.


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